viernes, 29 de junio de 2012

HOMENAJES A DOÑA CARMELITA GONZALEZ HERNANDEZ

 

   

El club de servicio activo 20-30 con domicilio social en Actopan Hidalgo, extendió el 16 de julio de 1968, DIPLOMA AL MERITO, que a la letra dice:


ACTIVO 20-30 de ACTOPAN HGO. OTORGA EL PRESENTE DIPLOMA AL MERITO A LA SEÑORA DOCTORA MARIA DEL CARMEN GONZALEZ HERNANDEZ,

Como testimonio de reconocimiento a su caritativa y humanitaria labor desarrollada en la practica de la medicina, en beneficio de los diferentes sectores sociales de la región.

Actopan. Hgo., a 16 de julio de 1968.

Sinceramente en Activo 20-30

ENRIQUE ALAMILLA HERNANDEZ
Presidente

CARLOS URIBE CASTAÑEDA
Secretario

RAMON CASTRO RODRIGUES
Tesorero

JOSE LUIS ECHAVARRI PEREZ
1er Director

LEOBARDO GUZMAN PAREDES
2o Director

En ocación del Centenario de la Erección del Estado de Hidalgo, dentro de las celebraciones organizadas para el fausto acontecimiento, el Gobierno convocó a su pueblo para que cada municipio que lo compone designara al Ciudadano más distinguido en el campo de la cultura, de la historia, de la acción social o en cualquier otro aspecto de la ciudadanía, digno de ser captado por la historia.

Merecedora a esta designación lo fue Carmelita González Hernández y un monumento en su honor se levanta en la Plazuela Lic. Benito Juárez García, así lo hace saber.



El escritor actopense Jóse Ayala Martínez en fecha tan significativa para los hidalguenses, dio a conocer el siguiente florilegio:

De acuerdo con la noble tradición mexicana, de exaltar a sus mas nobles valores, el Gobierno de Hidalgo, en conmemoración solemne del I Centenario de la erección de este Estado, convocó a su pueblo para que, en cada municipio designara al Ciudadano mas distinguido en el campo de la cultura, de la historia, de la acción social o de cualquier otros aspectos de la ciudadanía, y en esta fecha memorable rendirle un sentido homenaje.

Los actopenses, con iluminación festiva en nuestros corazones, recorrimos anciosamente las distintas etapas de la vida de este pueblo señero y en cada una de ellas encontramos altos valores dignos del arquetipo, de la consagración y de la ofrenda; merecedores de adelantar el paso a los demás en los eliseos del agradecimiento terreno.

Y de pronto, como si la gratitud del pueblo humilde se elevara en plegaria, de nuestros labios brotó al unísono un nombre... era una dama sencilla y buena, cariñosa y noble.  

¡CARMELITA GONZALEZ HERNANDEZ!



Y ante nuestro espíritu, en sentida evocación, se nos reflejó ella como un inspirado poema de ternura entre la orfandad de la tierra y diamante tembloroso de las constelaciones, y la admiramos en la plenitud de su labor incansable que parece haber sido arrancada a las viejas paráforas cristianas.

¡Toda una vida entregada en hacer el bien, socorriendo al menesteroso, siendo panacea del enfermo, consolando al atribulado, tendiendo la mano amiga y entregando su mayor sonrisa y su mejor consuelo!




Y es que ella ha sido una columna de ternura, que partiendo de la tierra como una oración, llega hasta el más diáfano de los cielos para arrullarnos en su canto de amor.

Y es que siempre ha tenido sus brazos abiertos, como una cruz de dulzura, recogiendo el paso de nuestros afanes y haciendo que su palabra suave caiga sobre nuestros corazones con un desmayo de pétalos llorados, con un temblor de lágrimas y un aroma copioso de santidad y de recogimiento.

Por eso hoy hemos venido junto a usted, ¡CARMELITA!, trayendo enmedio de una sonrisa de rojos claveles, la ratificacion del titulo que merece: CIUDADANA MAS DISTINGIDA DE ACTOPAN.



Hemos venido a dialogar con usted, que desde hoy será eterna en los confines de nuestros ideales y de nuestros sueños. Hemos venido a decirle que siempre buscaremos sus manos generosas que han curado tantos y tantos dolores; esos ojos divinos que han iluminado muchas penas, esos labios que nos han revelado que aún hay  seres en la Tierra que siguen la doctrina del Divino Maestro. En su honor, hemos venido a decirle que en lo sucesivo queremos ser mejores y que procuraremos estar más cerca de la estatura de sus sueños.



Y ninguna ocación más apropiada que ésta, para decirle en término a mi palabra, las sentidas frases de un cantor contemporáne; y se las digo conmovido porque así me han pedido quienes la quieren, la respetan y la veneran; es un nuevo título que reverente le pido acepte;

¡CARMELITA! ¡MADRE NUESTRA!

Para llamarte bondadosa y buena,
para decirte resignada y santa,
es bien poca la voz de mi garganta,
hay otra voz más pura y más serena.
¡MADRE NUESTRA!

Tuyo es nuestro ser,
 nuestro ser entero, 
y es tal la devoción con que te admiro
y tal la intensidad con que te quiero,
que tan sólo en la bruma de un suspiro
cabe el beso de gratitud que a darte aspiro,
como si fuera un celeste mensajero.

Actopan, Hgo., a 16 de enero de 1969.


Maria del Carmen González Hernandez empesó a ejercer la medicina en el año de 1905 y en reconocimiento de los tres cuartos de siglo de su apostolado en bien de los desvalidos, el Ayuntamiento de la ciudad de Actopan Hidalgo, lanzó un decreto por medio del cual la antigua calle de Santiago Robles, que hace esquina con la de Allende --aquí está ubicada su farmacia--, en lo sucesivo lleve su nombre, develándose la placa que dice:






El programa alusivo, fue como sigue:

1.- Lectura del Decreto por medio del cual la H. Asamblea Municipal de la ciudad de Actopan, Hgo., concede que la calle de Santiago Robles lleve a partir de esta fecha el nombre de la señora Mária del Carmen González Hernández, por el C. Lic. Simón Montufar Castro, Presidente de la H. Asamblea Municipal.

2.- Develación de la placa alusiva por el C. Lic. Mario Espinosa Cortéz, Presidente Municipal Constitucional.

3.- Juan Hernández Angeles también rinde homenaje a Carmelita González Hernández, con la recopilacion de datos biográficos proporcionados por la propia festejada y los cuales son dados a conocer por el C. Jaime Galindo Moreno.

4.- Actuación musical por el grupo "Los Actopenses", con el requinto de Los Trovadores del Recuerdo.

5.- José Echavarri Péres, da lectura a la pieza oratoria compuesta por el escritor Jóse Ayala Martínez, dada a conocer por su autor el 16 de enero de 1969, en ocación del I Centenario del Estado de Hidalgo y en honor de Carmelita González.

6.- Palabras por el C. Lic. Jesús Quijano Lara, que fueron una sentida remembranza.


Vivo sin Vivir en mi

Santa Teresa de Jesús

Vivo sin vivir en mi, 
y de tal manera espero,
 que muero porque muero.

Vivo ya fuera de mi,
despues que muero de amor; 
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí. 
Cuando el corazón le di
puse en él nuestro letrero: 
que muero porque muero.

Esta divina prisión
del temor con que yo vivo, 
ha hecho a Dios mi cautivo, 
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero, 
que muero porque no muero.

¡Ay  que larga es esta vida!
¡Que duros estos destierros!
Esta cárcel, estos hierros 
en el que el alma está metida. 
Solo esperar la salida 
me causa dolor tan fiero 
que muero porque no muero.

¡Ay, que vida tan amarga 
donde no se goza al Señor! 
Porque si es dulce el amor, 
no lo es la esperanza larga; 
quiteme Dios esta carga 
más pesada que el acero, 
que muero porque no muero.

Sólo con la confianza vivo 
de que he de morir, 
porque muriendo el vivir 
me asegura mi esperanza; 
muerte donde el vivir se alcanza, 
no te tardes, que te espero, 
que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte; 
vida, no me seas molesta, 
mira que solo te resta, 
para ganarte, perderte; 
venga ya la dulce muerte, 
el morir venga ligero, 
que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba, 
que es la vida verdadera, 
hasta que esta vida muera, 
no se goza estando viva; 
muerte, no me seas esquiva; 
viva muriendo primero, 
que muero porque no muero.

Vida, ¿que puedo yo darte,
 a mi Dios, que vive en mí, 
si no es el perderte a ti 
para merecer ganarte? 
Quiero muriendo alcanzarte,
 pues tanto a mi Amado quiero, 
que muero porque no muero.
   
   

jueves, 28 de junio de 2012

 Genealogia e historia


A mediados del siglo XIX la Isla de Cuba continuaba siendo una colonia española; en Trinidad, ciudad de la provincia de Las Villas, bañada en las prodigiosas aguas del mar Caribe, famosa por su economía cafetalera y por poseer mas de cincuenta ingenios azucareros, nace Manuel González Castillo; el fue hijo de inmigrante español y madre peruana.




Su padre era propietario de uno de los ingenios azucareros, en el cual laboraban  mas de cuarenta esclavos negros; la bonanza que se vivia permitió que Manuel González Castillo con holgura hiciera la carrera de medicina, mientras que su hermano Trinidad, de carácter bohemio, se inclino por el periodismo.

 La tropical colonia Española era por ese tiempo una joya codiciada por Estados Unidos de Norteamérica; ya existia el antecedente de la anexión de una gran parte del territorio mexicano hacia Estados Unidos, y Cuba pódia ser un fuerte apoyo para los Estados esclavistas del sur.

Pero en Cuba cundían las ideas de libertad, por lo que muchos esclavistas criollos y aún españoles, pensaban en reprimirlas mediante una anección, aunque otros consideraban que ésta era la unica alternativa para liberarse de España.



Los fracasos de recientes insurrecciones en Cuba, habia disminuido la confianza de los cubanos expatriados nuevamente, por lo que era necesario hacer renacer la esperanza.

El 24 de enero de 1880 Jose Martí pronuncia un discurso, en el cual aborda la cuestón de los negros, relacionándola en forma magistral con la esperanza cubana y revolucionaria.




La revolucion nueva tenia que ser obra democratica, obra de todos, hecha de "cordura y cólera, razón y hambre, honor y reflección".

Y a ésta se encuentran unidos, inflamados de patriotismo, el doctor Manuel González Castillo y su hermano el periodista Trinidad González Castillo.

Ambos hermanos pasan armas a los rebeldes, mientras que los negros que laboraban en el ingenio paterno, con sigilo fueron proveedores de hombres a la causa libertaria.



El 17 de mayo de 1880 desembarca en Cuba Clixto Garcia, aguerrido revolucionario, pero las noticias de su movimiento poco a poco se van haciendo escasas, hasta que disminuye el entusiasmo inicial, porque la rebelión que acaudillaba se llevó a cabo en forma incoherente y acéfala, los capitanes comprometidos nunca llegaron a reunirse en Cuba y fueron sometidos en forma separada.

Sin recursos los rebeldes y ante la indiferencia del país cansado ya de 10 años de luchas, depusieron las armas.




El ingenio del padre del doctor Manuel Gónzalez Castillo fue intervenido por los españoles y éste, con su hermano Trinidad para salvar su vida, no tuvieron otra alternativa que el exilio.

La llegada a Veracruz, de ellos y la presencia de un paisaje lleno de exhuberante vegetación, decorado con los rayos de un sol cálido y brillante --como los de su natal Trinidad--. hizo ascender su alma y se sintieron como en su propia patria.

El viaje a la ciudad de Mexico fue una observación completa del paisaje, sus poblados y su gente.

Como era costumbre en esos tiempos, el único medio de relación social eran las tertulias, pero como su hermano Trinidad nada hacía para colocarse en el periodismo mexicano, el doctor Manuel González hizo el siguiente poema:

"Es bajito de estatura,
y enamorado hasta ahí,  
Siempre anda cual
colibri detrás de alguna hermosura. 
Mas nunca llega a encajar, 
pues que le teme al casorio. 
Le gusta hacer de tenorio, 
mas no se deja enyuntar. 
Periodista retirado,             
la prensa diaria dejó. 
El, de Gutenberg siguió 
el arte noble y amado. 
Mas una vuelta no da,
pues tiene la fama ya 
de ser un poco limón."
 (En Cuba se dice limón a los flojos)
                                                                                                                                                                    Fue presisamente en una de estas tertulias en la cual el doctor Manuel González Castillo conoció al rico comerciante y agricultor Elías Paredes Pérez, hermano de Valeriano Paredes, quien era Adiministrador de Rentas en Actopan Hidalgo.

Esta persona lo invitó a que fuera a ejercer a este lugar, donde sus servicios eran requeridos, ya que el único doctor que habia lo era Petronilo Flores.

Como esto era lo que buscaba, aceptó y su consultorio-farmacia quedó establecido en la esquina que forman las calles de Porfirio Diaz y Plaza Principal.



Aquí conoció a la casta, culta y bella jovita Hernández lozano, oriunda de San Salvador, Hidalgo, conla que contrajo matrimonio.

De esta unión nació MARIA DEL CARMEN GONZALEZ HERNANDEZ.



MARIA GONZALEZ HERNANDEZ nació el 13 de julio del año de 1887 en una de las habitaciones anexas al consultorio del doctor Manuel González Castillo, Ella nació oliendo a medicinas.

Sus padres procrearon cuatro hijos mas, de nombres Juana, Gonzalo, josefina y Jovita.

jovita gonzález hernández


Carmelita cursó los primeros años de su instrucción en la escuela "Jovita Monter", la cual se encontraba instalada en el edificio conocido como "Los Azulejos", en Actopan, mismo en donde en una ocación durante su peregrinar detuviera su paso el Benemérito de las Americas, don Benito Juárez y ahí pernoctara.

Luego pasó a un colegio josefino ubicado en la esquina que forman las calles de Plateros y San Juan de Letrán, en la capital de la Republica. Como ya sabia la regla de tres y quebrados, fue admitida en tercer año.

La vida le sonreía, era una quinceañera de radiante belleza y mente ágil, cuando la trajedia se cirnió en su hogar.

Su made, a los ocho dias de dar a luz a Jovita, muere de un infarto cardiaco. Su padre acongojado y sin tener familiares cercanos a quien acudir, le pide a su hija primogénita Carmelita, que lo auxilie y ella a partir de ese día de hace cargo del cuidado y educación de sus hermanos y multiplicando sus deberes también atiende la farmacia.

Dice que tanto los secretos farmacéuticos como los conocimientos medicos de su padre, al correr de los años fueron de su dominio, lo mismo preparaba "papelitos" que remedios de alcohol y esencias, o pomadas, jarabes y ungüentos. Para los inapetentes, "mistela de hambre", para los espantados, "espiritú de contraespanto".

Narra que una noche, cuando corria el año de 1905 --fecha que ella marca como el inicio de su apostolado--, su padre llegó procedente de Francisco I Madero, en aquel entonces Tepatepec, después de una de sus agotadoras jornadas de trabajo, lo vio descender de su caballo y recostarse en su lecho con visibles huellas de cansancio.

Tiempo despues se oyeron violentos y angustiados golpes en la puerta. Eran unas personas que tenian a un familiar grave y requerían los servicios del doctor.

Carmelita vio a su padre tan profundamente dormido que no se atrevió a despertarlo y haciendo frente a la circunstancia les dijo que su padre pedía que le narraran a ella los pormenores del mal que aquejaba al enfermo y ya debidamente enterada, presta preparó el medicamento adecuado, que suministrado en unos "papelitos" entregó, diciendo que los enviaba su padre.

El enfermo sanó, y como era usual en Actopan, agradecido se presentó ante el padre de Maria del Carmen, quien sorprendido fue en búsqueda de su hija y le preguntó que qué le habia recetado al enfermo, porque éste habia muerto. 

Pasado el susto le dijo que no volviera a suministrar atención médica sin su intervención.

En los años siguientes y hasta la muerte de su padre, acaecido en el año  de 1921, Carmelita González Hernandez fue una eficas auxiliar de él.

Ella era solicitada para atender a los enfermos, en carácter de medico, Viajaba a caballo, que era el unico medio de transporte, sin importar la hora ni el lugar en que fuera necesaria su presencia.

Suele dar un toque de alegría a sus actos.

Narra que una noche atendió a la esposa del señor Isauro Galindo, quien fuera Presidente Municipal de San Salvador, Hidalgo, de un parto, pero en los momentos más críticos se fue la luz, Se pedían cerillos a gritos para prender las velas, mas nadie traía; finalmente solo un cerillos fue localizado coincidiendo con el feliz parto y desde entonces a la persona bien nacida se le conoce con el nombre de "El Cerillo", pues asi lo bautisó Carmelita.

En los años veintes era raro el médico que de la capital del Estado se aventuraba a trasladarse a la población de Actopan a dar consulta, porque hacerlo era exponerse a ser víctima de las numerosas gavillas de asaltantes que merodeaban en la ruta o a los revolucionarios villistas, carrancistas o zapatistas.

Y además, los servicios médicos sólo eran solicitados por las personas pudientes, quienes así podían desprenderse de la fabulosa suma de veinticinco pesos, que era lo que costaba la consulta.

Cuenta Carmelita que durante la epidemia de tifo que asoló a nuestra República en 1917, atendia un enfermo, para el que sus familiares también solicitaron los servicios del eminente médico de Pachuca, doctor Agustín Torres Cravioto. Estpresenció la franca mejoría del enfermo. INtrigado preguntó a Maria del Carmen Hernández  que de qué lo estaba atendiendo y una vez que éste le hizo una descripción axacta de su mal y del cuidado y medicinas que le suministraba, Agustín Torres Cravioto dijo que ahí su presencia no era necesaria, que el enfermo estaba en magnificas manos.

Cabe hacer notar que, --y ello es una absoluta verdad-- Carmelita no cobraba un solo centavo por consulta.

Dice que no obstante los numerosos votos de confianza de que ha sido objeto a lo largo de 75 años, en los cuales inclusive se le ha visto con el don de sanar, su lema siempre a sido el de recurrir a quien mas sabe y entre otros de sus consejeros, por varias décadas, su guia y maestro lo fue el sabio Demófilo González quien tenia su consultorio en el numero 10 de Palma, en la ciudad de Mexico.

Un dia intempestivamente le fue clausurada su farmacia, quedando Carmelita en la más profunda de las tristezas.

Ella, acongojada y en un mar de lagrimas, una y otra vez llegaba a la ciudad de Pachuca, ante las puertas del sobervio funcionarío de Salubridad que había extendido la orden de clausura, pero siempre le fue negada toda audiencia.

Mientras tanto, lo ocurrido se tornaba en una verdadera tragedia en Actopan. Los menesterosos, acostumbrados por decenas de años a ponerse bajo el cuidado de Carmelita, como seres perdidos deambulaban por las calles y se apostaban a las puertas de la farmacia.

En Actopan vivia el ingeniero Gilberto del Arenal, funcionario gubernamental, hombre bueno, generoso y altruista, quien enterado de lo ocurrido, dijo: "Carmelita, vamos a Pachuca al arreglo de su asunto".

En esa ciudad le dijo al jefe de sanidad: "NO VENGO A PEDIRLE NADA PARA CARMELITA, VENGO A SOLICITARLE UN FAVOR PARA LAS GENTES HUMILDES DE ACTOPAN".

Y a partir de ello se le extendió su licencia para ejercer, la cual se reproduce en esta obra.



Carmelita cuenta con 94 años de edad; su farmacia sigue funcionando normalmente, pero ella a perdido parcialmente la vista y ha tenido nesecidad, para continuar con su sublime apostolado, de que varias ayudantes la auxilien, a ellas les proporciona los tres alimentos diarios y les paga los mejores salarios de la región. Sin embargo ello ha motivado que se haya visto en la imperiosa nesecidad de cobrar de un peso a cinco pesos por consulta.



En los tiempos en que el país era gobernado por  Lázaro Cárdenas, hubo tambien intentos de clausura en su farmacia, pero los agraristas, en una franca y total ayuda para esta alma caritativa, por decenas y armados se acantonaron por algunos días en su casa y farmacia, protegiéndola.

Sostenia relaciones de noviazgo con Vicente Zenil, quien era gerente de la Compañía Irrigadora del Centro, persona que como un paréntesis enla vida, Carmelita llenó a este de halagos y de dicha, cuando ocurrió la muerte de su padre, el doctor Manuel González Castillo . Muy devota se disponia a guardar el año de luto acostumbrado, pero le fue sugerido que habiando quedado huérfana, ella y sus hermanos serían victimas de gentes perversas, que era mejor que se casara con Vicente Zenil quien por ser alto jefe en el Estado de Hidalgo de la Compañia Irrigadora del Centro, era persona respetada y ademas éste era un hombre de bien. Y suspendió su luto, casándose.


Su esposo, entre varias poesías que le escribió, le hizo la siguiente:


"Alla cuando muera primero que tú, 
coloca en mi tumba simbólica cruz. 
No triste, no negra, la pongas por Dios, 
no quiero que al verla te cause pavor.

Azul, como el cielo, con flores al pie, 
azul la prefiero, mil veces te amé, 
le pones mi nombre, mi nombre no más, 
y vienes seguido al triste lugar.

Que yo en tu perfume 
mi amor te enviaré 
y prometo amarte, 
cual vivo te amé."

Maria del Carmen González Hernandez es de caracter férreo, como lo demuestra el hecho que a sus 94 años de edad, puede controlar a sus empleados y cuidar ella misma de la farmacia y sus enfermos y todavia, como si no fuera suficiente con estas actividades --y soslayando el mandato bíblico que dice BASTA AL DIA DE SU AFAN--, a las cinco de la mañana recibe leche que es expendida en el patio de su casa, que es anexa a la farmacia.


Este carácter queda, tambien, de manifiesto, cuando su hermano Gonzalo González, quien cursaba la carrera de Ingeniería en la ciudad de Mexico, por virtud de movimientos revolucionarios, la Facultad hubo que cerrar sus puertas y éste se vino a radicar a Actopan.


Estaba muy contento administrando un rancho propiedad de Carmelita y al reanudarse las clases, nada hacia para reintegrarse a sus estudios. Resuelta, se enfrento a él, diciendole que lo corría. Gonzalo, asorado, le pregunto que si deveras lo corría, asentando Maria del Carmen que sí, que bien sabía que lo queria entrañablemente. Que el rancho con todas sus pertenencias era de el, pero cuando se presentara con su titulo de ingeniero, y se fue.


Pasado el tiempo Gonzalo González se tituló de ingeniero y llegó a formar parte del gabinete de Agricultura, durante el gobierno del general Manuel Avila Camacho.


Su hermana juanita sostenia relaciones de noviazgo con José Trejo Martinez, hermano del general villista Roberto Martinez y Martinez, quien era desertor de las filas carrancistas y quien habia logrado tomar Actopan.


Esta plaza fue recuperada y se encontraba al frente del destacamento carrancista un teniente de apellido Ortiz.


Procedente de la capital de la República llegó José Trejo Martínez, para conferenciar sobre el movimiento revolucionario con Angel Percástegui. Conocida su misión por los carrancistas, salieron en su búsqueda y encuentro, pero José Trejo Martínez, ignorando que su presencia en Actopan no era desconocida por el bando contrario, muy confiado pasó por la farmacia. Carmelita lo llamó, pasándolo a sus habitaciones, y ahí entre platicas fue pasando el tiempo, sin decirle nada sobre el peligro que se cernía sobre su persona, salvándolo así de una muerte segura.

La gratitud no tiene límites, como demuestra una mujer humilde, Elena Téllez, quien le escribió el siguiente acróstico:



                                                                                                          

miércoles, 27 de junio de 2012



UN VIAJE A CUBA                 


En los años cuarenta --durante el gobierno de Manuel Avila Camacho--, Gonzalo González, funcionario de la Secretaria de Agricultura, se encontraba en Cuba, en misión de trabajo. Aprovechando su estancia invito a su hermana Maria del Carmen a que visitara la patria de su padre.

Carmelita nunca habia subido a un avión. El trayecto de Mexico  La Habana fue un verdadero martirio; cada vez que el aparato entraba en una bolsa de aire, llena de pánico bajaba a todos los santos del cielo, provocando las risas discretas de sus compañeros de viaje.

La Habana lucia muy limpia, era hermosa, de calles amplias, llenas de árboles y vegetación. Cada casa tenia un jardín al frente, haciendo que las avenidas se vierán mas amplias. Le maravillaron los mármoles de sus regios salones, en especial el de la galería dedicada a Napoleón Bonaparte.




Con ojo avizor recorrió Vedado, Miramar y Marianao, la zona rica de Cuba; sin dejar de conocer la Habana Vieja.



 


Le pareció inigualable el Malecón de La Habana que bordea el mar,               ocupado materialmente por los lugareños, que por las tardes toman el fresco. El Malecón circunda --junto con los restos de viejas murallas construidas por sus antepasados españoles-- parte antigua de la ciudad. Los viejos palacios de los Condes,Duques y Marqueses, la chaparrita Catedral y su plaza de miniatura, el antiguo Palacio de Gobierno.



Carmelita paseó por las angostas calles de La Habana Vieja, poseedora de preciosos enrejados garibolescos, verdaderas obras maestras de la herrería.





 los habaneros los vio muy alegres y muy fumadores; en la calle se vendían pozuelitos de café, en vez de refrescos y los chiquitines entonaban una canción que decía: yo soy cubanito / nacido de ahi / y aquí hecho de menos mi cafetal / y las brisas de Cuba me faltan aquí / y yo sin sus brisas / no puedo vivir.

Al ver Carmelita unas papayas, alborosada, y como si hubiera hecho el gran descubrimiento, les dijo a sus acompañantes: "Miren, miren; también aquí hay papayas". Pero éstos, enojados, le contestaron que ahí no se decían majaderías. En cuba, la papaya es considerada "fruta bomba".

Visitó "la casa de los locos", lugar bien cuidado y en el cual una prima de ella practicaba la medicina.

Iba a misa y no le gustó que con un timbre se anunciara que estaba ante el confecionario.

Carmelita estubo en Cienfuegos, la ciudad mas hermosa de Cuba; de Cienfuegos a Trinidad --el lugar donde nació su padre--, donde el paisaje sufre una total transformacion, con el fondo de la sierra de Escambray, y mirando hacia una hermosa laguna bordeada de pinares, le maravilló esta enorme zona montañosa del centro de la isla.

Trinidad es la ciudad más antigua de Cuba, apenas es la tercera fundada por los españoles. Con reverencia recorrió los lugares que fueron afines a su padre; del ingenio azucarero, quedaban solo las ruinas, objetos de museo; éste, aún cuando le fue devuelto a su abuelo, ya no fue trabajado, pues su abuelo se dedicó al comercio de azúcar.

A Carmelita le encantó esta maravillosa población llena de antiguedades arquitectonicas y filigranas de herrería. De viejísimas iglesias, casonas solariegas con todo el carácter español --que españoles fueron sus abuelos--.

Pero Carmelita ya extrañaba a sus enfermos y quería venirse a su Actopan querido.

En la Habana, durante una velada literaria, le fue presentado a Carmelita el literato Alfonso Cravioto --nuestro paisano, nacido en Pachuca--, quien como un grato recuerdo, le entrgó un ejemplar de su extraordinario canto a Cuba, del cual se ha dicho que los cubanos están en deuda con Alfonso Cravioto y cuyo canto en honor de su autor, se da a concer. Asi dice:

                                                               CUBA 

 



  Cuba, de suculenta geografia                                                                                                         en que el tropico irrummpe en ambrosia                                                                                         y exprime sus almibares frutales                                                                                                                                                                                                                                                                           

Cuba, de masculinos cocoteros                                                                                                               y de diáfano cielo enardecido,                                                                                                               en el que incrustan, sobre el fuste erguido,                                                                                             sus tarantulas verdes los palmeros.                                                                                                                                                                                                                                  

Cuba, de miel cañas que acaricia                                                                                                                         cuando ondulas tu cuerpo de tabaco                                                                                                                                y ofreces, tentadora, la delicia                                                                                                                                           
de tu boca de mangos y de ajiaco.                                                                
                                                                                                                                                                                                                         Cuba, de sol que fúlgido revienta                                                                                                                                   con luces de bengala en tus pensiles,                                                                                                                                o que ofrece tu impulsión y avienta                                                                                                                                     las bombas de tu cólera civiles.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        Cuba, de los bongós y del guajiro,                                                                                                                                       y mujeres que vibran, zalameras                                                                                                                          remeciendo con clave y con güiro,                                                                                                                       columpios de pecados en tus hojeras.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Cuba, de bugambilias y cacao,                                                                                                                              náyade criolla en los ocasos rojos,                                                                                                                         cuando extienda sus playas marianao                                                                                                                  hasta el agua de luna de tus ojos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      Cuba, novia del mar, tu carabela                                                                                                                               será búcaro en gloria mientras ciñas                                                                                                                            tu carne de guanábana y canela                                                                                                                                     con la tiara de oro de tus piñas.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          Cuba, nidal de amores, vivificas                                                                                                                                  con tus celestes ansias demoniacas;                                                                                                                          eres ardor de incendio y abanicas                                                                                                                                 con el vaivén de ron de tus hamacas.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           Cuba, de coruscantes maravillas,                                                                                                                                beso tu ascencional raza fogosa;                                                                                                                                Cuba, joyel, flor y mariposa,                                                                                                                                             que alzas vuelo de luz en las antillas.