miércoles, 27 de junio de 2012

PROEMIO 

RODOLFO G.

  

  CARMELITA, todo ser del genero humano tiene un dia feliz, en el cual se encuentra con su yo superior. Y ademas, la verdadera humanidad quiere que no se aprecie a nadie, , sino despues de haber llegado a ese dia, a ese estado superior. Es asi cuando se debe, por ejemplo, juzgar y honrar a un pintor segun la vision mas alta que haya podido concebir y reproducir. O las gestas admirables, para el servicio de la humanidad y para la grandeza de nuestra querida patria, MEXICO, como la por usted emprendida a lo largo de toda su vida, con devocion, con cariño y sacrificio infinito.


Esta valoración en la persistencia, en la inquebrantable fe en un ideal, como lo es el de  llevar alivio al dolor ajeno, prolongado, como balsamo bendito por mas allá de los 3 cuartos de siglo, al imponerse vuestro nombre por Decreto Municipal a la antigua calle de Santiago Robles, en esta mañana del 20 de enero de 1980, esplendorosa, radiante y plena en dulsura, enmarcada con la presencia grata de cuantos os aman, tiene su feliz culminación al festejar dignamente y honrar a quien honor merece.



Bueno es que las generaciones sepan que el pensamiento bíblico que dice: "Muchas mujeres hicieron el bien, pero tú las sobrepasaste a todas", es un hecho tangible en Actopan, nuestra querida Mañutzi, en la vida ejemplar de Carmelita González.

Mujer de bien y de sacrificio, ha sido y es leal, servicial y honrada en todo y con todos. Ha conservado para provecho general su mente sana y lúcida; quienes la conocen desde su m´mas tierna infancia dan testimonio de que nunca ha tenido ni alienta odios, rencores ni egoismos --esas actitudes no existen en su código de conducta-- y la religion a sido en su vida como dulce rocio en el erial caldeado de la vida, permitiendole practicar con renovado esfuerzo la fraternidad hacia el genero humano, sin olvidar a los niños, sus queridos pequeñitos a quienes trata como si fueran sus hijos, los que la naturalesa avara y como para que no tuviera tantas glorias, le negó tener.

Carmelita, reciba usted este sencillo presente como un homenaje a su perseverancia, a su bondad y a su heroísmo sublime.

Ha pasado mucho tiempo en su apostolado sin limite, son más de veintisiete mil trecientos sesenta y cinco días a toda prueba, mas de setenta y cinco años no son cuentos de maravillas ni camino fácil que acortar -- setenta y cinco años de salvar vidas-- que suman cientos de miles, arrancándolos de las garras de la muerte aleve, sin experimentar asco ante los leprosos y sin desmayos ante las epidemias, estos son ejemplos muy dificiles de imitar.

Que el perfume de aromas frescos y agradables que inundan la esquina de sus amores que hoy lleva su nombre impreso en la placa conmemorativa, traigan presisamente a su memoria los ratos pocos o prolongados que de alegria a vivido; los ratos dulces en que sobrecogida, como si el alma buena que tiene usted fuera a desprenderse y se proyectara a lo futuro, pensando siempre en quien seria el próximo enfermo en consultar, tal vez de las montañas de Las Muecas, San Andres, La Magdalena de Santiago de Anaya o tal vez de Tornacuxtla, Mixquiahuala o Santiaguito. ¿Recuerda usted cuando vigoroza, montaba su cabalgadura y maletín en ristre, despreciando su propia salud y todo interés económico, se iba por los anchurosos caminos de la vida, cual Quijote desfaciendo entuertos?

Por algo dice Goethe que sólo es feliz aquél que todo lo sabe dar.

                                               EL AUTOR
                                         Lic. Juan Hernandez

  

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