UN VIAJE A CUBA
En los años cuarenta --durante el gobierno de Manuel Avila Camacho--, Gonzalo González, funcionario de la Secretaria de Agricultura, se encontraba en Cuba, en misión de trabajo. Aprovechando su estancia invito a su hermana Maria del Carmen a que visitara la patria de su padre.
Carmelita nunca habia subido a un avión. El trayecto de Mexico La Habana fue un verdadero martirio; cada vez que el aparato entraba en una bolsa de aire, llena de pánico bajaba a todos los santos del cielo, provocando las risas discretas de sus compañeros de viaje.
La Habana lucia muy limpia, era hermosa, de calles amplias, llenas de árboles y vegetación. Cada casa tenia un jardín al frente, haciendo que las avenidas se vierán mas amplias. Le maravillaron los mármoles de sus regios salones, en especial el de la galería dedicada a Napoleón Bonaparte.
Con ojo avizor recorrió Vedado, Miramar y Marianao, la zona rica de Cuba; sin dejar de conocer la Habana Vieja.
Le pareció inigualable el Malecón de La Habana que bordea el mar, ocupado materialmente por los lugareños, que por las tardes toman el fresco. El Malecón circunda --junto con los restos de viejas murallas construidas por sus antepasados españoles-- parte antigua de la ciudad. Los viejos palacios de los Condes,Duques y Marqueses, la chaparrita Catedral y su plaza de miniatura, el antiguo Palacio de Gobierno.
Carmelita paseó por las angostas calles de La Habana Vieja, poseedora de preciosos enrejados garibolescos, verdaderas obras maestras de la herrería.
los habaneros los vio muy alegres y muy fumadores; en la calle se vendían pozuelitos de café, en vez de refrescos y los chiquitines entonaban una canción que decía: yo soy cubanito / nacido de ahi / y aquí hecho de menos mi cafetal / y las brisas de Cuba me faltan aquí / y yo sin sus brisas / no puedo vivir.
Al ver Carmelita unas papayas, alborosada, y como si hubiera hecho el gran descubrimiento, les dijo a sus acompañantes: "Miren, miren; también aquí hay papayas". Pero éstos, enojados, le contestaron que ahí no se decían majaderías. En cuba, la papaya es considerada "fruta bomba".
Visitó "la casa de los locos", lugar bien cuidado y en el cual una prima de ella practicaba la medicina.
Iba a misa y no le gustó que con un timbre se anunciara que estaba ante el confecionario.
Carmelita estubo en Cienfuegos, la ciudad mas hermosa de Cuba; de Cienfuegos a Trinidad --el lugar donde nació su padre--, donde el paisaje sufre una total transformacion, con el fondo de la sierra de Escambray, y mirando hacia una hermosa laguna bordeada de pinares, le maravilló esta enorme zona montañosa del centro de la isla.
Trinidad es la ciudad más antigua de Cuba, apenas es la tercera fundada por los españoles. Con reverencia recorrió los lugares que fueron afines a su padre; del ingenio azucarero, quedaban solo las ruinas, objetos de museo; éste, aún cuando le fue devuelto a su abuelo, ya no fue trabajado, pues su abuelo se dedicó al comercio de azúcar.
A Carmelita le encantó esta maravillosa población llena de antiguedades arquitectonicas y filigranas de herrería. De viejísimas iglesias, casonas solariegas con todo el carácter español --que españoles fueron sus abuelos--.
Pero Carmelita ya extrañaba a sus enfermos y quería venirse a su Actopan querido.
En la Habana, durante una velada literaria, le fue presentado a Carmelita el literato Alfonso Cravioto --nuestro paisano, nacido en Pachuca--, quien como un grato recuerdo, le entrgó un ejemplar de su extraordinario canto a Cuba, del cual se ha dicho que los cubanos están en deuda con Alfonso Cravioto y cuyo canto en honor de su autor, se da a concer. Asi dice:
CUBA
Cuba, de suculenta geografia en que el tropico irrummpe en ambrosia y exprime sus almibares frutales
Cuba, de masculinos cocoteros y de diáfano cielo enardecido, en el que incrustan, sobre el fuste erguido, sus tarantulas verdes los palmeros.
Cuba, de miel cañas que acaricia cuando ondulas tu cuerpo de tabaco y ofreces, tentadora, la delicia
de tu boca de mangos y de ajiaco.
Cuba, de sol que fúlgido revienta con luces de bengala en tus pensiles, o que ofrece tu impulsión y avienta las bombas de tu cólera civiles. Cuba, de los bongós y del guajiro, y mujeres que vibran, zalameras remeciendo con clave y con güiro, columpios de pecados en tus hojeras. Cuba, de bugambilias y cacao, náyade criolla en los ocasos rojos, cuando extienda sus playas marianao hasta el agua de luna de tus ojos. Cuba, novia del mar, tu carabela será búcaro en gloria mientras ciñas tu carne de guanábana y canela con la tiara de oro de tus piñas. Cuba, nidal de amores, vivificas con tus celestes ansias demoniacas; eres ardor de incendio y abanicas con el vaivén de ron de tus hamacas. Cuba, de coruscantes maravillas, beso tu ascencional raza fogosa; Cuba, joyel, flor y mariposa, que alzas vuelo de luz en las antillas.




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